Freitag, 23. Februar 2007

El Portón

Bueno gracias por la invitación y por vuestra confianza jaja, espero les guste este pequenio cuento que redacté hace un par de lunas. A ver si les agrada, Daniel


El Portón

Luego de algunos anhos de ausencia se asomó una cara arrugada conocida por el palacio. Era Soto, el antiguo chofer, gasfitero, limpiador de patios, podador de palmeras; una persona destacada por sus cualidades laborales multifuncionales, torpe y borracho, pero alegre, bonachón, impulsivo y de gran corazón con los ninhos.
Tocó el timbre y Adrián abrió el portón. Apreció una camioneta combi con la que José Alejandro Soto se ganaba la vida haciendo movilidad escolar. Imagen, que inmediatamente fue cubierta por la envergadura corporal del ex-empleado de la casa con un gesto emotivo y efusivo hacia el hijo del patrón, de quererle dar un abrazo que sabía que no podía dar.

- ¿Adriancito, cómo está? ¿se acuerda de mi?, preguntó con una gran sonrisa.
- Por supuesto Soto, ¿cómo me podría olvidar de ti?, contestó con la misma sonrisa.
- ¿Está tu papi?, indagó con cierto aire de ansia y de necesidad.

Seguramente venía a pedirle una ayuda económica al patrón, más que a decir hola. Pero los tiempos habían cambiado y la terraza antes roja y brillosa que antecedía al portón de la casa, donde Soto se mantenía en pie, lucía opaca por la falta de un encargado de lustrarla y por su rostro ensombrecido frente a la respuesta previsible de Adrián.

- No Soto, el senhor no se encuentra. Salió de viaje y vuelve recién la semana entrante.

Mentía, como tantos domigos en la manhana cuando alguien tocaba el timbre para pedir dinero a los inquilinos del palacio, quienes no se habían congelado en los buenos tiempos del dóllar MUC, sino que habían sufrido todos los estragos económicos al igual que la clase media de Lima, gracias a los desaciertos de militares y civiles. Por supuesto esto todo el mundo lo “desconocía”.

- La próxima vez no le vayas a abrir la puerta a ese cholo de mierda, replicaba comúnmente el patrón a su hijo.

No lo decía en un tono discriminante, sino mucho mas de sequía monetaria. También de desconcierto por no estar en condiciones financieras de ayudar, ni de siquiera ayudarse.
Ese pensamiento de angustia económica y en el fondo sí, de menosprecio étnico al personal de servicio lo tendría el joven Adrían siempre muy en cuenta. Sin embargo pese a la amonestación - ingenuo - Adrián mayormente abriría el portón cada domingo. Íntegramente por curiosidad y para darle un vistazo al antiguo personal, para mentirles nuevamente, pero al mismo tiempo para no sentirse tan solo en una mansión de cinco dormitorios, dos salas, un comedor, una oficina, ocho banhos, piscina y un enorme jardín; conjunto habitado por cuatro personas y un perro.
Con la mirada en el suelo y a punto de marcharse los ojos se le iluminaron y preguntó:

- Adriancito, ¿cómo está su abuelito? ¿se le puede saludar?

El ninho de 17 anhos bajó igualmente la mirada y sólo se limitó a responder con una firmeza que aún no tenía.

- Falleció hace anho y medio Soto, suspiró.

Con voz entrecortada José Alejandro sólo alcanzó a decir:

- Lo siento mucho .... Adriancii...

Su voz se quebró y se echó a llorar al tiempo que se subía a su colectivo, armatoste que inicialmente no quiso arrancar y que luego desapareció con la humareda producida por el motor del coche, que igualmente o tanto como él, se caía a pedazos. Así Soto partío sin decir adiós y Adrían resignado, cerró el portón.

3 Kommentare:

vanessa hat gesagt…

que cuento tan bonito dani, flaco, pero que trizte...
sigue poniendo cositas asi, que bueno que se esta poniendo este blog!!!

maria isabel hat gesagt…

leyendo tu cuento desde aquí, sentí tu cuento...lo veo en las calles...

Marieta hat gesagt…

Me acordé de Cortázar y su teoría del cuento. Me dieron unas ganas enormes de seguir leyéndote...se me vino a la cabeza la idea de que el cuento debe ser como una piedrita en un estanque, a partir de su centro se van forjando aros que ayudan a construir el cuento. Me parece que los has hecho bien: te fijaste en un punto y a partir de ello lo construiste. Chévere Flaco...creo que me animo a colgar uno mío.

Besos....y si Soto sigue vivo para él también van mis besos.